Passeig de Gràcia
Escaparate de la burguesía barcelonesa de finales del siglo XIX, este paseo elegante y señorial une la plaza Catalunya con el barrio de Gracia, y de aquí le viene el nombre. La presencia de los mejores edificios modernistas de Barcelona convierten esta avenida en un auténtico museo al aire libre.
Con un poco de fantasía, aún podemos oír el sonido de los carruajes tirados por caballos, notar el olor de los primeros tranvías y evocar los paseos de las elegantes damas, cogidas del brazo de sus maridos y acompañadas de criadas que vigilaban a los niños. Así era el Paseo de Gracia a finales del siglo XIX y principios del XX. Barcelona crecía, y el nuevo paseo comunicaba la antigua villa de Gracia con el nuevo centro urbano.
La nueva arteria barcelonesa, en el centro del Ensanche que empezaba a construirse, fue el lugar escogido por las ricas familias de la clase burguesa para emplazar su vivienda. A lado y lado de la calle se construían edificios imponentes que aún hoy hacen las delicias de todos aquellos que pasean por allí. Son joyas del modernismo y el novecentismo catalán entre las cuales destacan nombres de arquitectos como Gaudí, con la Pedrera y la Casa Batlló; Puig i Cadafalch, con la casa Amatller, y Domènech i Montaner, con la Casa Lleó Morera entre otras. En el suelo encontramos el pavimento orgánico diseñado por Gaudí, y a lo largo de todo el paseo, las farolas de Pere Falqués con los bancos de mosaico blanco. Estas joyas arquitectónicas conviven hoy en día con las tiendas y comercios más prestigiosos de Barcelona.